Competition in this pair is now closed. Discussion and feedback about the competition in this language pair may now be provided by visiting the "Discussion & feedback" page for this pair. Entries may also be individually discussed by clicking the "Discuss" link next to any listed entry. Source text in Czech Na nádraží jsem si koupil lístek do La Spezia. Konečně jsem vnímal, že jsem v Itálii. Cítil jsem se pevný a jistý. Recepční měl pravdu: „Taková noc…“
V La Spezia nebylo příliš o čem rozhodovat. Před nádražím rostl vysoký plot ze zaprášených keřů a dole pod ním supěl přístav, který jako velryba občas vydechl gejzír pachů, hulákání a rezavého skřípotu. Korsika se mi proměnila v ušmudlanou, neodeslanou pohlednici. Ostatně, cíle bylo dosaženo, či spíše se mi sám od sebe zjevil, a nechtěl jsem se už dál rozmělňovat v dalších sebepitváních, otevřel jsem všechna okna své zatuchlé pevnosti a nechal proudit čerstvý vzduch, nač mu tedy stát v cestě a znovu se v kruhu honit za svým vlastním stínem?
Vrátil jsem se k pokladně a zeptal se na nejbližší vlak do nějakého velkého města.
„Za patnáct minut do Benátek, za čtyřicet do Říma,“ ozvalo se za okýnkem.
Vydal jsem se do Benátek.
Byl jsem v tom městě už jako malé dítě s rodiči a s bratrem, ale nic jsem si z toho nepamatoval. Snad jen holuby. Měl jsem o něm vzrušující fantazie, ve kterých se mísila mlha a ostré slunce, slaný vzduch a těžká zamotaná tajemství. Rozmazané siluety Giacoma Casanovy, Lorenza da Ponte a Antonia Vivaldiho. Ještě rozmazanější postavy dóžecích udavačů, hbitých gondoliérů a karnevalových masek. Pach ryb a soumraků ve vlhkém městě. Jak jsem se přesdvědčil, nebyl jsem daleko od pravdy, ale netušil jsem, jak mě to město sevře. Uchopí a nepustí.
Na nádraží Santa Lucia jsem vyskočil z vlaku, a když jsem vyšel z budovy, jenom jsem zasténal. Přede mnou bez varování vybuchl ohňostroj překrásného města. Bylo jedenáct hodin v noci. To město mi kynulo na pozdrav, Canal Grande jako by vrtěl hlavou, že to tak dlouho trvalo, a vlevo už mne vybízel Ponte degli Scalzi, abych jen vstoupil, že je vše připraveno. Musel jsem si sednout na schody a počkat, až se mi zklidní tep a budu se moci nadechnout.
Zůstal jsem v tom městě tři dny. A bylo lhostejné, jestli jsem byl nahý, nebo mi Benátky vtiskly na obličej jednu ze svých šalivých masek. Byl jsem šťastný. Byl jsem zamilovaný.
Zamiloval jsem se do města. Nebudu a nechci popisovat tyto tři dny. Byla to opojná svatební noc. Na náměstí San Marco jsem se napil moře a nechal se vést… | Winning entries could not be determined in this language pair.There were 4 entries submitted in this pair during the submission phase. Not enough votes were submitted by peers for a winning entry to be determined.
Competition in this pair is now closed. | En la estación compré un billete a La Spezia. Por fin comencé a darme cuenta de que estaba en Italia. Me sentía confiado y seguro. El recepcionista tenía razón, ¡qué noche! En La Spezia no había mucho en qué pensar. Frente a la estación había un alto cerco de arbustos polvorientos y debajo el puerto jadeaba y, como una ballena, exhalaba de tanto en tanto un géiser de olores, alaridos y rechinos herrumbrados. Córsega se convirtió ante mí en una postal arrugada y sin enviar. Además, el objetivo había sido alcanzado, o mejor dicho apareció por sí solo, y ya sin querer mortificarme con más autoanálisis, abrí todas las puertas de mi fortaleza atufada y dejé correr aire fresco. ¿Para qué cortarle el paso y seguir dando vueltas en círculo? Regresé a la caja y pregunté por el próximo tren a alguna ciudad grande. De detrás de la ventanilla se oyó: “A Venecia en 15 minutos, a Roma en 40“. Partí hacia Venecia. Ya había estado de niño en esta ciudad, con mis padres y mi hermano, pero no recordaba nada. Quizás solo las palomas. Solía tener fantasías excitantes sobre Venecia, en las que se mezclaba la bruma con el sol ardiente, el aire salado con profundos secretos intricados. Las siluetas borrosas de Giacomo Casanova, Lorenzo da Ponte y Antonio Vivaldi. Y aún más borrosas las figuras de informantes ducales, ágiles gondoleros y caretas de carnaval. Olor a pescado y crepúsculos en la ciudad húmeda. Como pude comprobar, no estaba lejos de la realidad. Pero no había imaginado la forma en la que me atraparía la ciudad. Me agarraría y no me dejaría ir. En la estación Santa Lucía salté del tren y al salir del edificio lancé un gemido. Ante mí y sin previo aviso estallaron los fuegos artificiales de una ciudad hermosa. Eran las once de la noche. La ciudad me saludó con un gesto. El Canal Grande parecía menear la cabeza insinuando que había tardado demasiado, a la izquierda el Ponte degli Scalzi me invitaba a pasar, pues todo estaba listo. Tuve que sentarme en unas escaleras a esperar que me bajara el pulso y pudiera volver a respirar. Me quedé tres días en esta ciudad. Y daba igual si estaba desnudo o Venecia me había estampado en el rostro una de sus máscaras embusteras. Estaba feliz. Estaba enamorado. Me enamoré de la ciudad. No quiero, ni voy a describir estos tres días. Fue una noche de bodas embriagante. En la plaza San Marco, bebí del mar y me dejé llevar… | Entry #19901 — Discuss 0 — Variant: Not specifiednone
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| En la estación me compré un billete a La Spezia. Por fin sentí que estaba en Italia. Me sentí fuerte y seguro. El recepcionista tuvo razón: “Una noche como esta…” En La Spezia no había mucho que decidir. Enfrente de la estación crecía una cerca de arbustos cubiertos de polvo y debajo de ella resollaba el puerto que de vez en cuando exhalaba un géiser de olores, gritos y rechinares oxidados. Córcega se convirtió en una postal manchada no enviada. De todas maneras, el objetivo fue alcanzado o más bien apareció delante de mí y yo no quería seguir desmenuzándome en más autopsias de mí mismo, abrí todas las ventanas de mi fortaleza viciada y dejé el aire fresco correr, ¿para qué voy a ponerme en su camino y volver a cazar mi propia sombra en círculos? Volví a la taquilla y pregunté por el próximo tren a una ciudad grande. “En quince minutos a Venecia, en cuarenta a Roma“, sonó detrás de la taquilla. Salí por Venecia. Estuve en la ciudad cuando era un niño pequeño con mis padres y mi hermano, sin embargo, no me acordaba de nada. A lo mejor de las palomas. Tuve fantasías agitantes de ella en las que se mezclaba la niebla con el fuerte sol, el aire salado y los secretos pesados y enmarañados. Las siluetas borrosas de Giacomo Casanova, Lorenzo de Ponte y Antonio Vivaldi. Las figuras aún más borrosas de los delatores ducales, los gondoleros ágiles y las máscaras de carnaval. El olor del pescado y los crepúsculos en la ciudad húmeda. Como llegué a convencerme, nunca estuve lejos de la verdad pero nunca presumí cuánto me apretaría la ciudad. Me agarraría y no me dejaría ir. Salté del tren en la estación de Santa Lucia y al salir del edificio gemí. Sin aviso explotaron frente a mí los fuegos artificiales de la hermosa ciudad. Eran las once de la noche. La ciudad me saludaba con su mano, el Gran Canal parecía mover la cabeza porque había tardado tanto, y a la izquierda el Ponte degli Scalzi me invitaba a entrar, todo estaba preparado. Tuve que sentarme en la escalera y esperar hasta que se calmara mi pulso y yo pudiera tomar aliento. Me quedé tres días en aquella ciudad. Daba igual si estuve desnudo o si Venecia me puso una de sus máscaras engañadoras en la cara. Estuve feliz. Estuve enamorado. Me enamoré de una ciudad. No voy y no quiero describir estos tres días. Fue una noche de boda embriagante. Bebí del mar en la plaza San Marcos y me dejé llevar… | Entry #20845 — Discuss 0 — Variant: Standard-Spainspaiesl
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por | Grammar errors Me dirigí, fui a, partí hacia, etc.. pero no "Salí por" | Jose Lopez Hernandez No agrees/disagrees | |
| En la estación compré un boleto a La Spezia. Finalmente sentí que estaba en Italia. Me sentía fuerte y confiado. El empleado tenía razón: "Esa noche ..." En La Spezia no era demasiado por lo que decidir. La estación creció cerca alta de arbustos polvorientos y bajo él jadeando puerto, como una ballena en ocasiones sopló géiser olores, gritos y chillidos oxidado. Córcega mí en una postal sin enviar lúgubre. De hecho, se han alcanzado los objetivos, o más bien me parecía por sí mismo, y no me han seguido libras otro sebepitváních, abrí todas las ventanas de su fuerza a rancio y dejar que el flujo de aire fresco, por qué así se interponga en el camino, y de nuevo en el ring persiguiendo su propia sombra? Volví a la cajera y le pedí al tren más cercana a una gran ciudad. "Quince minutos a Venecia para cuarenta a Roma", dijo una voz detrás de la ventana. Fui a Venecia. Yo estaba en esa ciudad como un niño pequeño con mis padres y mi hermano, pero no me acuerdo de ella. Tal vez sólo las palomas. Tuve la fantasía acerca emocionante en la que la niebla mezclada y el sol brillante, el aire salado y el misterio enredado pesado. Siluetas borrosas de Giacomo Casanova, Lorenzo da Ponte y Antonio Vivaldi. No borrosa figuras informadores Ducal, gondoleros ágiles y máscaras de carnaval. El olor a pescado y el atardecer en la ciudad húmeda. Como he přesdvědčil, no estaba lejos de la verdad, pero no tenía ni idea de lo que estaba agarrando la ciudad. Grip y dejar ir. En la estación de tren de Santa Lucia, salté del tren, y cuando salí del edificio, me quejé. Delante de mí sin aviso explotado fuegos artificiales maravillosa ciudad. Eran las once de la noche. Esa ciudad me sometió a prueba el saludo, Canal Grande, sacudiendo la cabeza como si se tardó tanto tiempo, y él me dejó alentado Ponte degli Scalzi, que acaba de entrar en que todo está listo. Tuve que sentarme en las escaleras y esperar hasta que se calme me golpearon y me puedo respirar. Me quedé en esa ciudad durante tres días. Y no importa si estaba desnudo, o Venecia impresa en mi cara una de sus máscaras šalivých. Yo estaba feliz. Yo estaba enamorado. Me enamoré de la ciudad. Yo no, y no voy a describir estos tres días. Fue una embriagadora noche de bodas. La Piazza San Marco, bebí el mar y dejar que el plomo ... | Entry #17407 — Discuss 0 — Variant: Not specifiednone
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+1 1 Yo estaba en esa ciudad como un niño pequeño con mis padres y | Grammar errors No es el tiempo correcto. | Jose Lopez Hernandez | |
| En la estación compré un boleto a La Spezia. Finalmente sentí que estoy en Italia. Me sentí firme y seguro, el recepcionista tenía razón: “Qué noche…“ En La Spazia no hubo más en que pensar. Frente la estación crecía una barda alta de arbustos polvosos y bajo de ella jadeó el puerto, como si fuera una ballena, de vez en cuando sacó un géiser de olores, rugidos y rechinidos oxidados. La Córcega se convirtió en una mugrienta postal que jamás mandaron. Además, el objetivo ha sido alcanzado, más bien apareció solo y yo no quise estar más metido en mis pensamientos, abrí todas las ventanas de mi rancia fortaleza y dejé de entrar aire fresco. ¿Porque más bloquear la entrada y correr en círculo detrás de mi propia sombra? Regresé a la taquilla, preguntando por el próximo tren a alguna ciudad grande. “En quince minutos a Venecia, en cuarenta a Roma “se escuchó de la ventanilla. Partí hacía Venecia. Ya he estado en aquella ciudad con mis padres y mi hermano cuando era pequeño, pero no me acordaba de nada. Quizás solo de las palomas. Tuve fantasías emocionantes sobre ella en cuales se mezclaba niebla, aire salado y grandes, complicados secretos. Las siluetas borrosas de Giacomo Casanova, Lorenzo da Ponte e Antonio Vivaldi. Y aún más borrosas figuras de los soplones dogos, gondoleros ágiles y máscaras de carnaval. La pestilencia de los pescados y atardeceres en aquella ciudad húmeda. Como más tarde me di cuenta, mis fantasías no han sido lejos de la realidad, pero jamás me hubiera imaginado como me la ciudad atrapa. Agarra y no deja ir. En la estación de Santa Lucia salté del tren y cuando salí de los instalaciones solo suspiré en silencio. Frente a mi estalló la belleza de la ciudad como si explotarían fuegos artificiales. Era las once de la noche. La ciudad me daba la bienvenida, el Canal Grande parecía reclamarme, que no he llegado antes y a la izquierda me invitaba a entrar Ponte degli Scalzi diciendo, que todo esté listo. Tuve que sentarme a la escalera y esperar hasta que se me calme mi pulso y recuperaré el aliento. Quedé en aquella ciudad tres días. Me era indiferente si estuviera desnudo o si la Venecia me puso a mi rostro una de sus máscaras engañosas. Era feliz. Era enamorado. Me enamoré en la ciudad. No voy, ni siquiera quiero estar describiendo aquellos tres días. Eran como una noche de boda embriagadora. En la plaza San Marco tomé del mar y me dejé ir… | Entry #17254 — Discuss 0 — Variant: Not specifiednone
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